Planteamientos filosóficos y antropológicos
Persona y trascendencia desde la “Antropología Metafísica” de
Julián Marías (III)
En toda la obra “Antropología metafísica” (1998) de Julián Marías,
encontramos que la persona es irreductible a cualquier cosa, que no posee su
ser por completo y siempre está en constante desarrollo, crecimiento, y
movimiento, con vistas a un fin, una motivación o incluso una dirección
inevitable. El ser hombre se reduce al ser personal por ser un concepto más
amplio, y contiene todas las dimensiones del hombre y sus horizontes.
Encontramos un párrafo donde Marías habla del ser personal:
La persona humana aparece como criatura, de realidad recibida pero
nueva e irreductible, menesterosa e indigente, consignada a una estructura
empírica cerrada y avocada a la mortalidad pero consistente en espera
incesante: un proyecto perdurable que lucha con la muerte. “Lo que” yo soy es
mortal, pero “quien” yo soy consiste en pretender ser inmortal y no puede
imaginarse como no siéndolo, porque mi vida es la realidad radical[1].
Ya en las últimas páginas de “Antropología metafísica” encontramos
una característica importante de la persona: su trascendencia. Se trata de una
característica propia de la persona, ya que en la estructura empírica: el
hombre, termina con la muerte, la persona en cambio como su naturaleza es
proyectiva, busca siempre ser más que lo que posee o puede poseer, no en el
sentido de almacenar cosas, sino en el sentido del ser, y sobre todo ser
alguien. Siempre se vive en la indigencia, con palabras de Marías, se es menesteroso,
porque la persona siempre se está haciendo, se está construyendo y se está
proyectando:
Al construirme como persona de manera proyectiva, programática e
insegura, me descubro como indigente, menesteroso, insuficiente: todo lo
contrario del aislamiento, la autonomía o la tentación del solipsismo. Siento
mi dependencia y limitación; paradójicamente para ser alguien cuya realización
se presenta como inagotable… La persona humana nunca está conclusa, siempre en
camino, haciéndose, con posibilidad de dilatación e intensificación[2].
En una obra “Mapa del mundo personal”, que Marías escribió después de “Antropología
metafísica” trata desde el método de la razón vital y de una manera empírica el
tema de la persona. Marías habla de manera específica de lo característico de
la persona, donde se mueve, su relación con el mundo y con las personas que le
rodean. Me centraré en esta obra sobre la trascendencia de la persona,
ampliando el punto, dado anteriormente.
La persona llega a construirse, personalizarse y a poseer su ser,
en la medida que hace algo con su vida; pero también puede ocurrir lo
contrario, despersonalizarse. Ya dije anteriormente que la persona acontece
constantemente, y como diría Ortega, es dramática, se va haciendo; la
despersonalización acontece cuando la persona no hace su vida, sino que hacen
su vida consiente e inconscientemente; cuando es forzado por su circunstancia;
y cuando se renuncia ser quien se es. La persona es transitiva, va en
crecimiento o empobrecimiento, siempre se está siendo algo o alguien pero nunca
se llega a ser quien se quiere ser. “La forma real de expresar la situación de
la persona que soy yo es: yo estoy viviendo, que excluye a la vez lo estático y
lo meramente actual, la instantaneidad que no pertenece al vivir”[3].
La personalización o su contrario son inevitables para el ser humano.
La trascendencia personal en Marías aparece de dos maneras: por una
parte yo soy yo y mi circunstancia, que al habérmelas con ella, hago con ella
mi vida, pero siempre se puede ser más y es por eso que siempre se está
proyectando imaginándose en el futuro, de alguna manera viviendo en él. Una
cita iluminará esta trascendencia a la que me refiero:
Vivir personalmente quiere decir entrar en últimas cuenteas consigo
mismo, mirar al fondo, y encontrar que no hay fondo. Es la vivencia desazonante
de la infinitud finita, de la
limitación inagotable. El hombre, si es veraz, encuentra que es “poca cosa”; y
al mismo tiempo descubre con asombro y cierto espanto, que es una persona en la
que se podrá ahondar indefinidamente, mas aún que invita a ello, que lo
reclama, y si no se hace se tiene la impresión de estar huyendo de uno mismo.
[…]
El carácter finito, limitado, insatisfecho, pero a la vez
proyectivo, futurizo, ilusionado del hombre podría expresarse en seis palabras:
ser persona es poder ser más[4].
“Poder ser más” es una capacidad que tiene la persona de
trascender, siempre se puede ser más persona; y este tipo de trascendencia se
liga por otra parte a la trascendencia, puesto que, su ser no acaba con la
muerte. Marías dice, que al no tener una experiencia de la muerte personal, no
podemos hablar de ella, más que empíricamente de la de los demás, el hombre
empírico termina con la muerte, pero mi vida, mi persona, quien soy, es perdurable.
Se es lo que se quiere ser con la circunstancia o mundo, y con las personas con
las cuales convivimos; se es lo que se quiere ser trascendiendo todo para
llegar a serlo y para siempre.
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