Entradas

Mostrando entradas de 2011

Diáfana espera

Esperar, esperar, que pronto la desesperación se vuelve calma; siempre hay cosas que no he captado su existencia o al menos, aún no he aprehendido su sentido. Con la espera no se gana nada, se adquiere experiencia en los sentidos para ver pasar cristalizado el mundo de los otros y de aquél Otro. La espera engendra un tipo de visión acorazada donde ya no te permite saborear en la boca la amargura de la desesperanza. Pasa el tiempo en la crisálida y diáfana faena del tiempo como todo un otro. Ausencia de mí mismo recluido en mi oscura soledad donde nadie penetra. La espera engendra conocimiento, aquél muy sabio: “las perlas no se echan a los puercos”. Ese brillo tenue, grisáceo y suave, que no es propio, resplandece gracias a un brillo mejor como cuando se espera una recompensa o el cumplimiento de una profecía. La espera no tiene premio, el tiempo del otro transcurrido en mi presencia me desvela y desnuda la esencia de las cosas, como si el otro fuera muy parecido a
Imagen
En la solemnidad de Pentecostes, el domingo 12 de junio, antes de rezar la oración mariana del Regina Caeli Benedicto XVI ha ilustrado el significado de la solemnidad con estas palabras: "el Misterio pascual encuentra su cumplimiento en la potente efusión del Espíritu Santo sobre los Apóstoles reunidos junto a María, la Madre del Señor, y los demás discípulos. Fue el "bautismo" de la Iglesia, bautismo en el Espíritu Santo... La voz de Dios diviniza el lenguaje humano de los Apóstoles, que se volvieron capaces de proclamar de modo "polifónico" al único Verbo divino. El soplo del Espíritu Santo colma el universo, genera la fe, arrastra a la verdad, predispone la unidad entre los pueblos". El Espíritu Santo, "como luz intangible da significado a la oración, da vigor a la misión evangelizadora, hace arder los corazones de quién escucha la buena noticia, inspira el arte cristiano y la melodía litúrgica." Por último Benedicto XVI ha encomendado a la V
Principio de sustancia (II): El olvido de la sustancia Hemos visto que realmente no se puede demostrar que hay realidades. Esto es una evidencia. Lo que cabe hacer es comprobar las consecuencias que tiene en el campo de la filosofía el olvido de la substancia y, con ello, advertir de las incongruencias en las que se cae. A) Analítica del lenguaje La analítica del lenguaje, por ejemplo, excluye la metafísica en cuanto que rechaza que sea una ciencia que se ocupa de la realidad en cuanto realidad. La metafísica no tiene una parcela propia, sino que consiste más bien en el análisis del sentido del lenguaje hablado. El llamado círculo de Viena (C. M. Schlick, R. Camap, O. Neurath, V. Kraft, etc.) no aceptaba en un principio como frases significantes sino aquellas que tuvieran un contenido empíricamente verificable, como son las frases de las ciencias experimentales, o un contenido tautológico como es el propio del lenguaje formal de las matemáticas. El caso es que el principio de que sólo
A la luz de las Bienaventuranzas “la Iglesia no teme la pobreza, el desprecio, la persecución en una sociedad atraída frecuentemente por el bienestar material y por el poder mundano Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “Las Bienaventuranzas son un nuevo programa de vida para liberarse de los falsos valores del mundo y abrirse a los verdaderos bienes presentes y futuros – ha dicho el Santo Padre Benedicto XVI antes del Ángelus, el domingo 30 de enero - . De hecho, cuando Dios consuela, sacia el hambre de justicia, enjuga las lágrimas de los afligidos, significa que, además de recompensar a cada uno de manera sensible, abre el Reino de los Cielos… Por esto, la Iglesia no teme la pobreza, el desprecio, la persecución en una sociedad atraída frecuentemente por el bienestar material y por el poder mundano”. Recordando el Discurso de la Montaña, proclamado en la liturgia de la Palabra del domingo, el Papa ha subrayado que “no se trata de una nueva ideología, sino de una enseñanza que proced