Narrativas de depredación


Tierras áridas

En este pequeño ensayo quisiera plasmar algunas ideas que Eduardo Galeano, con la lectura del libro de “Las venas abiertas de América Latina”, que me inspiró o de alguna manera me llevó a ello.
Con la conquista de América y con los nuevos productos traídos de Europa, se inicio una rápida y prolongada exterminación de las riquezas naturales de las nuevas tierras, que en la actualidad ya no existen, más que en nuestro recuerdo.
Tal vez nazca este sentimiento por las experiencias que en mi familia se dieron. Mi papá toda su vida fue campesino “mediero” y al principio –nos  cuenta– que fue trabajador –jornalero de estos grandes señores que monopolizaban las tierras–; con algunos años de trabajo en los E.U. se hizo poco a poco de una vacas y un terreno propio donde vivir.
Todo esto como preámbulo de la devastación que se dio en una zona llamada San Roque, donde a esta zona le daba vida el rio de Calderón, era una zona –recuerdo, porque mi papá nos llevaba a trabajar– muy bonita y exuberante, había mucha vegetación. Se sembraba, recuerdo, no sólo caña, maíz y frijol, sino también productos que por no tener mayor importancia, se sembraban para el consumo familiar como el camote, tomate, garbanzo, calabazas, grandes y chicas.
Y ¿Qué relación tiene con la lectura? Precisamente, no recuerdo la fecha exacta pero al construirse la presa de Calderón, para el abasto de agua para la ciudad de Guadalajara, un poco mas al norte del rio, acabó con estas cosechas. Acabó con el producto de la caña que necesita mucha. Dejando para estas tierras el maíz y en temporal de lluvias. La tristeza es que acabo con la flora y la fauna de este lugar. Los encinos están siendo devastados y están muriendo por la falta de agua y la devastación, el panorama se ve muy triste, en tiempos de sequia más.
Esta devastación no sólo de bosques, ríos  y otros ecosistemas, está dejando las tierras olvidadas. Es triste que donde hubo vida en pequeños ranchitos, pequeños caseríos en diferentes lugares, ahora, sólo sean fincas abandonadas de cal y canto. Es triste ver tierras poco productivas, ver que los agricultores utilicen fertilizantes que vuelven cada vez más estéril la tierra que nos da de comer.
Es más triste ver que tengan poca conciencia ecológica, poco amor por este lugar que es de todos y que estamos destruyendo poco a poco. Es triste que la ideología dominante no haga nada por estos paisajes que, poco a poco están siendo guardados en nuestra memorias, en imágenes y recuerdos.

Samuel Hernández Vázquez 

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