Espiritualidad de Santa Maria de Jesús Sacramentado (II)
Qué significa llevar en sí la cruz de Cristo

Dentro de los escritos personales de Santa María de Jesús Sacramentado encontramos la cruz en un sentido positivo y evangélico. Todos sus escritos, palabras o máximas adquieren sentido en la vida que ha llevado en esta tierra y no podemos desligarnos de ello. Pero ¿Por qué tanta importancia en la cruz? ¿Qué tiene de novedoso? ¿Qué nos enseña? Lo que ella deja es un camino de perfección, camino que ella acendró durante el transcurso de su vida. Las cosas espirituales llevan un proceso y todo a su debido tiempo.

Santa María de Jesús Sacramentado escribe en los grados de perfección la forma en que se unen los brazos a la Cruz y como trabajar de modo personal en cada uno de ellos. Cada Brazo tiene acciones específicas para alcanzar la perfección, para llegar a Dios (la perfección evangélica). En el primer brazo, que son los pies, “Combatir los vicios” con los siguientes grados: 7o “Evitar varonilmente todo afecto desarreglado a personas o cosas que nos acerque al pecado”, 8o “Estar en oración día y noche” y sobre todo el grado 12o “Gustar y sentir la divina dulzura”. Vamos a combatir los vicios con fuerza, con oración y con la gracia de Dios, sintiendo en nuestra vida la dulzura de su misericordia y amor.

El tercer brazo, el corazón, nos lleva al “abandono de los afectos carnales” y esto implica: 3o “Temor grande de nuestras faltas”, 4o “Temor grande de nuestra fragilidad”, 5o “Constantemente corregir nuestros sentidos” y 13o “Tener piedad del todo el mundo, la caridad, la caridad y la humildad universal, son la verdadera virtud”. El temor a Dios y de nuestra fragilidad, el temor se lleva acabo con la corrección de nuestros sentidos para no ofenderlo. El temor y la corrección constante en mi persona, implica tener mucha caridad y humildad en todo cuanto nos rodea.
Por último el cuarto brazo, la cabeza, nos lleva al “desprecio de sí mismo” y esto por medio de: 6o “Tener grande fortaleza y paciencia en nuestras tribulaciones y sufrimientos”, 9o “tener un continuo recuerdo de los beneficios de Dios”, 11o “Un grande y ferviente deseo de que Dios sea amado, conocido en todo el mundo, con el buen ejemplo y siendo humilde puedo hacerlo yo”, 14o “constantemente volverse a Dios y glorificarle”, 15o “perderse, consumirse en Dios”. Recordar los beneficios de Dios nos lleva a glorificarle y tener presente su mano en nuestra vida e historia.
Santa María de Jesús Sacramentado termina los grados de perfección escribiendo “soy nada”, reconociendo al fin que la perfección no está en mí como criatura sino en Dios que me ha dado todo cuanto tengo y soy. El desprecio de sí, no es un rechazo de todo lo que soy, sino que, el reconocimiento de Dios en mi persona como criatura (Lc. 1, 46), este desprecio me abre a confiar plenamente en Dios y en su providencia. Este desprecio no es agresivo, ni priva, ni quita, sino que me acerca a Dios plenamente y al sentido verdadero de la existencia.
Los grados de perfección no son de forma ascendente, sino que cada uno tiene su forma propia y proporcionada para llegar al cumplimiento de la perfección (Cfr. Mt 5, 48). Los grados se trabajan en conjunto y no por separado es una misma cruz la que se carga. No es ascendente el movimiento espiritual sino integrador, unificador; es un movimiento de reflexión de estar alertas y despiertos trabajando por el crecimiento espiritual, configurándonos con Cristo el Maestro(Mt, 25, 13; Mc, 13, 33-37).
BUENA INFORMACIÓN...
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