I Felipa
I
Felipa
Fama de “Don Juan”, ¿Yo? No. Mi precocidad sexual en aquel
ambiente era normal. No por nada cuidan muy bien a las mujeres y las educan en
la virtud y pureza, como a la Virgen María. Es muy común tener relaciones sexuales a
temprana edad, es cosa que todos saben, no porque yo lo haga sino porque todos
en aquella edad, también iniciaron su sexualidad.
¡Pobre de Felipa! Tan guapa ella, tan alegre, tan jovial…
Cómo pensar que sus padres la iban a correr de su casa. ¡Qué ingratos! Nada más
se echo a perder y ya. La pobre tuvo que juntarse con las de la cantina -las únicas
misericordiosas, que ante aquella desgracia le dieron asilo- de mala fama pero
muy profesionales en sus quehaceres.
Con Felipa disfruté mucho, sobre todo los contactos sexuales en
el corral de su casa. ¡Horas benditas! Aún recuerdo que salía corriendo poniéndome
los calzones, cuando su mamá les daba de comer a los puercos. Otras veces terminábamos
de enamorados, pero como éstas me dejaba bien prendido.
Nadie te enseña a tener sexo a los ocho años. ¡Pobre de la
Felipa! ¿quién sabe de ella, será feliz? Su cabello rubio, hasta los de la pelvis parecían
de un dorado sinigual; sus ojos café claros y su piel blanca suave de terciopelo.
Tanto tiempo que ya no voy a Tototlán. ¿Sabrá Dios que hará? Me gustaría volverla
a ver, nunca me despedí. A veces me visita de sorpresa en algún sueño. Que dura
sentencia le dieron sus padres, para mí el destierro.
Samuel Hernández Vázquez
Muy buen cuento
ResponderEliminarWow! Sí, buena narración.
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