Atisbos del Corazón.
¡Azul! No sé qué color… Cada mañana se torna oscura; mis oblicuidades,
todas, están opacas. Mi cuerpo en constante tensión, el ruido mundanal ha
tronado mis sentidos. La sensación de mediocridad corre por mis venas. Vomito
constantemente.
Soledad, prisión y desilusión adornan mi cuarto, no sé cuánto
tiempo serán mis compañeros. ¿Amargura? Lo dulce solo se saborea cuando la
hartura contrasta con lo amargo. Muero a cada instante dejando hedor por
doquier. La libertad que poseo no deja que vea la luz por la ventana; libertad
condicionada, atrapada en la locura y sobriedad; por la comodidad y el encanto… ¡qué pesadez!
Mis ideas están sumidas y atrapadas, no salen. Atrofiado, atascado
de vida en honda muerte. No hay claridad: sombra, muerte, nada. Aquí solo huele
a podredumbre ¿qué más? Amargura sin límite: ¡Saboread! Que hay hasta saciar.
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