Las emociones y la fiesta patronal el caso del barrio de San Francisco de Asís en Zapotlanejo, Jal.



Samuel Hernández Vázquez
Introducción

Quisiera poner en la mesa de discusión un tema que es relevante para comprender las acciones de las personas: la relación que tiene la emoción y el fenómeno religioso. Es común entre los científicos sociales, ignorar el componente biológico de la conducta de las personas. Inquirir exclusivamente desde el punto de vista sociológico sobre el origen de las acciones cotidianas implica una negación de la dimensión orgánica de las personas, en tanto que ésta es también humana (De la Peña, 2002). Las emociones nos permiten identificar cuándo y en qué medida una práctica, una creencia, un norma, un valor o una institución ha sido investida de emotividad y compromiso, así como el caso contrario (Rodríguez, 2008).

Entiendo que las emociones son un punto interesante para el estudio de la religión, nos pueden explicar de manera diferente este fenómeno y son elementos clave para identificar la importancia motivacional que tiene fijada una idea o creencia en la vida cotidiana. Así pues las emociones surgen de la integración de los efectos generados por factores tan diversos como estímulos del ambiente físico, procesos o reacciones fisiológicas, elaboraciones cognitivas, experiencias de interacción social y procesos de aprendizaje (Giner, 2006). Son las emociones de bienestar (la alegría y tristeza) las que nos permiten comprender los modos en que las personas y los grupos sociales administran y negocian sentidos sobre lo valioso y lo justo (Rodríguez, 2008).

El objetivo de este trabajo es mostrar el papel que juegan las emociones dentro de la fiesta patronal. Cómo las personas interiorizan ideas o creencias a través de sus interacciones y éstas a su ves se nutren y se reproducen por medio de las emociones y de la experiencia religiosa de los individuos.

Este ensayo trato de hacer un acercamiento a las emociones que surgen y se expresan en la fiesta patronal.

El barrio de San Francisco.

            El barrio de San Francisco es una colonia del municipio de Zapotlanejo, Jalisco. Se ubica al norte y a las afueras de la población. El barrio lo conforman unas cuantas calles que son Independencia (después del puente), Proyecto (antes del arrollo) San francisco, Guillermo prieto, La Paz y camino real al bajío. El barrio está muy ligado a las actividades del pueblo, las personas del barrio en su mayoría son comerciantes, campesinos, ganaderos y trabajadores en la producción del vestido. Estamos hablando de una colonia eminentemente de clase trabajadora, con un alto porcentaje de emigración a los Estados Unidos.

La religión católica tiene predominio en todas las áreas del pueblo; sus festividades y costumbres reflejan esta influencia. Las tradiciones que ha dejado el catolicismo ha impregnado la vida social de las personas con un alto grado de influencia en las zonas rurales. Así pues la hegemonía cultural del catolicismo ha estado presente en las tradiciones y fiestas populares, en donde se recrean constantemente los usos populares de la religión católica (De la Torre, 2001).

La fiesta patronal

El diccionario de sociología de Salvador Giner y colaboradores definen a la fiesta como una práctica colectiva consistente en un conjunto de actos, que se desarrollan en un espacio/tiempo especifico, mediante los cuales se celebra algo. Por celebración se entiende la expresión y simbolización gratificante del valor, sacralidad o trascendencia que el sujeto  celebrante otorga a lo celebrado (Giner, 2006). En toda fiesta vemos mezcladas a la tradición y a la espontaneidad y esto podría ser una paradoja, pero tiene una lógica muy especifica:
“la fiesta se define en relación dialéctica con la vida cotidiana, rompe con el tiempo de trabajo, y sumerge a los participante en un ambiente que propicia e intensifica interacciones emotivas; cultiva la paradoja al mesclar la síntesis, no exenta de tensión, el rito y el juego, la ceremonia y la diversión, el respeto a la tradición y a la espontaneidad, lo espiritual y lo corporal lo íntimo y lo público” (Giner, 2006).

Uno de los eventos que reúne a toda la comunidad del barrio de San francisco y que genera identidad, sin duda, es la fiesta en honor a su patrono. Gilberto Giménez (1999) argumenta que la fiesta representa un equilibrio precario entre el orden y el desorden, lo profano y lo sagrado, lo imaginario y lo real. En toda fiesta esta jugando un papel importante el rito y el alborozo, la solemnidad y la alegría. La fiesta patronal integra tanto elementos de culto religioso como lúdicos, integra a cada persona y a la comunidad. La fiesta patronal es una manifestación del fenómeno religioso, donde la comunidad está implicada por la espacialidad que representa.

La fiesta patronal es una devoción popular; es un encuentro con la comunidad, un festejo anual que incluye a todos los habitantes en el espacio territorial y tiene mucha relación con el aspecto religioso. Uno de los aspectos centrales de la celebración es propiamente la renovación del patrocinio del santo a quien se ha encomendado el cuidado del barrio. Morán Quiroz explica que: “La protección divina, que los misioneros y la Iglesia católica han delegado en santos específicos, suele requerir de alguna índole de festejo propiciatorio y compensatorio en honor del santo protector por parte de sus protegidos” (2009). La fiesta anual conmemora un pacto con la divinidad, un espacio que sale de la cotidianeidad para dedicarlo por completo al protector del barrio y encomendarle el nuevo año. La fiesta patronal es un tiempo especial, puesto que, se tiene un acercamiento especial al santo protector mediante ritos y ceremonias donde se renueva su protección y patrocinio.

La emoción

Las personas son diferencialmente “culturizadas” a través de múltiples relaciones sociales y dentro de contexto culturales variados (Rodríguez, 2008). Las emociones juegan un papel importante para la reproducción de las acciones de los individuos y sobre todo para legitimar creencias y conductas en el ámbito religioso. Estas creencias se trasmiten de generación en generación. Las emociones conllevan juicios sobre aspectos importantes, juicios en los que apreciamos un objeto externo como sobresaliente para nuestro propio bienestar. Las emociones involucran creencias sobre los eventos que han tenido lugar y que no han tenido lugar, así sobre quién los ha causado (Rodríguez, 2008).

Biológicamente la emoción es el conjunto complejo de respuestas fisiológicas y conductuales, generalmente de corta duración, ante ciertos eventos externos o internos que dependen de la activación de ciertos sistemas cerebrales (Sanz-Martin, 2008).  Las emociones son indispensables para el comportamiento social, ya que su expresión y percepción posibilitan la comunicación de los estados afectivos, regulan la manera en que los seres humanos responden entre sí, facilitan las interacciones sociales y promueven la conducta prosocial (Sanz-Martin, 2008).

Los sentimientos son la percepción de los cambios somáticos ante un determinado estimulo, juega un papel fundamental en la experiencia emocional, por lo que es lógico suponer que las áreas implicadas en la percepción de los cambios corporales son indispensables para generar la experiencias emocional consiente (Sanz-Martin, 2008). Damasio nos explica que:
 “la esencia de un sentimiento puede no ser una elusiva cualidad mental apegada a un objeto, sino más bien una percepción directa en un paisaje especifico: el cuerpo. […] un sentimiento es la “vista” momentánea de una parte de ese paisaje corporal. […] como la sensación de ese paisaje corporal se yuxtapone en el tiempo a la percepción o evocación de otra cosa que no es parte del cuerpo –un rostro, una  melodía, un aroma–, los sentimiento se transforman en “calificadores” de esa otra cosa. Para terminar con la cita, si no fuera por la posibilidad de sentir estados corporales que están ordenados, de suyo, para ser placenteros o desagradables, no habría pena ni arrobamiento, piedad ni anhelo, tragedia ni gloria en la condición humana” (Damasio, 1996).

Desde el punto de vista neurocientífico los sentimientos son el aspecto social y lo que más se puede influenciar de las interacciones con los otros, las emociones son estados puros corporales  que al hacerlos consientes generan los sentimientos. Desde este punto de vista solo podemos hablar de sentimientos.

La emoción desde la perspectiva cultural son portadoras de interpretaciones y significados dependientes de consideraciones sociales y culturales que definen los momentos y las circunstancias en que debe ser experimentada cada una de ellas y con qué grado debe hacerse. […] Se puede decir que las emociones suelen ser irruptivas, urgentes, dinámicas, flexibles, cambiantes combinables e incitan a la acción (Rodríguez, 2008).

La mayoría de las emociones tienen un objeto intencional, están dirigidas a algo, sean personas, cosas o circunstancias que son consideradas importantes para el propio bien. Las emociones están fuertemente influidas por los sistemas de creencias culturales y morales […] Las emociones implican patrones socioculturales determinados por la experiencia y se manifiestan en situaciones sociales especificas (Rodríguez, 2008).

Nuestra propia historia emocional, los eventos significativos que hemos vivido, han formado hábitos de respuesta que afectan a nuestra concepciones de los objetos (Rodríguez, 2008). Nuestra historia esta influida por las emociones generadas socialmente, lo cual nos lleva a tener patrones de conducta semejantes. De este modo podemos decir que las emociones son una base importante para las emociones.

Una manera de clasificar las emociones y para el mejor análisis de nuestro objeto es la propuesta teórica de Ortony y colaboradores que recoge Tania Rodríguez donde supone que
“las clases de emociones se corresponde a clases de creencias o estructuras cognitivas, de modo que abría emociones basadas en acontecimientos, agentes y objetos. Cuando nos concentramos en los acontecimientos, lo hacemos porque estamos interesados en sus consecuencias, cuando nos concentramos en los agentes, lo hacemos en razón de sus acciones y cuando nos concentramos en los objetos, estamos interesados en ciertos aspectos de ellos, o propiedades que se les atribuyen, en tanto objetos” (2008).

Las emociones que nos ocupan en nuestra investigación son las emociones basadas en acontecimientos que son causadas por estos como las emociones de bienestar que generan alegría o tristeza. La intensidad de estas emociones está afectada no solo por la deseabilidad  de un acontecimiento ante propósitos o circunstancias especificas, sino también con otras variables como el esfuerzo, que refleja el grado en que se han gastado recursos en obtener o evitar un acontecimiento (Rodríguez, 2008).

Las vivencias de la fiesta patronal son conmemoradas año con año cerradas por un conjunto de tradiciones en las cuales las acciones son enmarcadas y justificadas en un acontecimiento especifico. Las emociones expresadas en la fiesta patronal son calificativos que justifican las acciones en este tiempo y marco determinado. Son acciones que rompen con la cotidianidad, pasando a un estado meramente de fiesta, así pues, las emociones que se expresan dentro de la fiesta patronal son meramente de fiesta, prosociales y de alegría. Una fiesta reúne en un primer momento el rito, las ceremonias, en ella afloran deseos, emociones, esperanzan y miedos por el lado de lo sagrado y por el lado de los profano en un segundo momento reúne el juego, la diversión, el folklor, los cohetes y los juegos pirotécnicos, donde aflora la alegría, el gusto y la complacencia que en días normales no se manifiesta.

La fiesta patronal y las emociones están relacionadas dentro del ámbito religioso, son una fusión de lo sagrado con la experiencia religiosa. Esta experiencia es trasmitida de padres a hijos o entre los miembros de la comunidad y se expresa en las celebraciones anuales de la fiesta patronal. Así pues, la cultura y las instituciones proveen a la emoción de significado y contexto temporal y espacial, y las emociones, por su parte indican cual es la cultura (los significados) que realmente importa en la vida práctica, […] (Rodríguez, 2008).

Conclusiones:

Las emociones nos ayudan a valorar socialmente aquellas cosas o eventos que tienen importancia dándoles continuidad y legitimación. Las emociones son indispensables para el comportamiento social; es por la interacción de los individuos que las emociones pueden reconocerse socialmente y ser compartidas. La fiesta patronal goza de la atención de las personas que integran el barrio; es gracias a la emoción que año con año se reúnen para celebrar al santo y renovar su patrocinio.

Por medio de las emociones se trasmiten las creencias y la religión como forma de vida, las emociones juegan un papel principal para adoctrinar y para asegurar la militancia de los fieles. La experiencia de las personas del barrio sobre la fiesta patronal es compartida por patrones específicos, la fiesta patronal es un evento significativo vivido por toda la comunidad. Son las emociones positivas las que precisamente generan la permanencia y cohesión de los grupos sociales en una creencia o devoción.

Es la fiesta patronal un evento dotado de un alto grado de emotividad positivo para las personas que conforman el barrio de San Francisco. Es gracias a la emoción y sus significados que las personas se reúnan año con año para celebrar y renovar el patrocinio, no solo hacia el santo patrono sino hacia los mismos miembros del barrio, su unidad y cohesión. Este evento surte de identidad a todos los miembros del barrio, así como la integración de todos.

Bibliografía

·      Sanz-Martin, A., et al. (2008). Las emociones desde el punto de vista de la psicobiología. En: Guevara, M. A., Aproximaciones al estudio de la Psicobiología del comportamiento (pp. 323-378). Guanajuato: Universidad de Guanajuato.
·      Damasio, A. R. (1996). El error de Descartes. La razón de las emociones. Santiago, Chile: Andres Bello.
·      De la Torre, R. (2001). La antropología en los estudios sobre el fenómeno religioso en Jalisco. Estudios del hombre (13 y 14), 165 - 188.
·      De la Peña, J. M. (2002). Fanatismo religioso: Factores cognoscitivos y neurobioquímicos en los procesos de su génesis. Revista académica para el estudio de las religiones , 201-212.
·      Fernández Repetto, F. (1995). Celebrar a los santos: sistema de fiestas en el noroccidente de Yucatán. Alteridades , 51-61.
·      Giner, S. Et al. (2006). Diccionario de sociología. Madrid: Alianza.
·      Morán Quiroz, L. R. (2009). Fiesta del hijo ausente y devociones trasnacionales. En M. Buenrostro de Alba, & A. Higuera Bonfil, Temas y contextos. Investigación social (págs. 43-60). Quintana Roo: Plaza y Valdez.
·      Rodríguez, S. T. (2008). El valor de las emociones para el análisis cultural. Papers (87), 145-159.



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