Reseña de Memoria de mis putas tristes de García Márquez

El tema central de la obra es un relato sobre los amoríos con prostitutas, que han sido para el narrador el centro de su vida, donde reflexiona sobre el amor, el deseo, y el paso del tiempo. A los noventa años de edad, solo y pensativo, busca, cómo en el transcurso de su vida realizó aquello que más le apasiona: tener sexo con prostitutas, sea cual fuera su condición. Como o dice en narración: “Nunca me he acostado con una mujer sin pagarle, y a las pocas que no eran del oficio las convencí por la razón o por la fuerza de que recibieran la plata anuqué fuera para votarla a la basura” (pág. 16).
Pero esta vez quiere deleitarse con un amor virgen, fragante y joven; exige, con el pago, este gusto que, tal vez fuera el último a sus noventa años.  Así es como comienza la obra: “El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen” (pág. 1). Mas adelante nos dice: “He empezado con la llamada insólita a Rosa Cabarcas, porque visto desde hoy, aquél fuel el principio de una nueva vida a una edad en que la mayoría de los mortales están muertos” (pág. 10).
            La historia no sólo se desarrolla en los recuerdos, de aquellas putas que invistió sino en el amor nuevo que le proporcionó los últimos días de su vida la joven doncella “Delgadina”. “Así que era ella: Delgadina” (pág. 58). Que así la llamó. No fue el desenfrenado sexo lo que trajo esta relación, sino el amor puro del narrador, que ante la pequeña joven desnuda, miraba incesante, la primera vez que consiguió estar con ella. “entre al cuarto con el corazón desquiciado, y vi a la niña dormida, desnuda y desamparada en la enorme cama de alquiler, como la pario su madre” (pág. 28). Esta relación de amor con Delgadina, transforma al narrador; su vida ya por agotarse, sintiendo el final, más que buscar el amor, que añoró toda su vida, se encuentra con él. Puesto que la impresión que produjo la primera vez fue de manera tal, que no se la esperaba: “Fue algo nuevo para mí. Ignoraba las mañanas de la seducción, y siempre había escogido al azar las novias de una noche más por el precio que por los encantos, y hacíamos amores sin amor, medio vestidos las mas de las veces y siempre en la oscuridad para imaginarnos mejores” (pág. 32).
            La narración de la vida de Márquez (poniéndole nombre al autor = narrador), trata un tiempo presente, en cuanto que comienza con su vida actual. Momentos, vuelve al pasado para recordar su vida con tantas mujeres con la que ha compartido la cama; narra también su trabajo de columnista dominical, la vida de sus padres, su vida en noventa años que festeja con las personas que están cercas de él.
La narración tiene una dirección, la etapa final de Márquez, y en este etapa, por decirlo así, es un momento crítico, donde la soledad está de por medio, pero en esta lucha, se decide por la muerte: en el ya sin sentido de su vida; o por una muerte honrosa en la lucha por el amor que siempre a querido tener, pero que, por las circunstancias de la vida estaba privado. Al conocer a Delgadina cambia su vida por completo e inicia una nueva aventura, la ultima de su vida. El amor, y la locura por este amor lo vuelven a la vida. “Hoy se que no fue una alucinación, sino un milagro más del primer amor de mi vida a los noventa años” (pág. 62).
El desarrollo de la novela comienza con el primer encuentro con Delgadina, fueron más encuentros por al insistencia de Rosa Cabarcas que al no tocar a la niña se vio defraudad su empresa. Fueron los encuentros posteriores, lo que hace, que Márquez se enamore por completo de aquella chiquilla. “A principios del año nuevo empezábamos a conocernos como si viviéramos juntos y despiertos…” (pág. 75).
El clímax de la novela se desarrolla cuanto encuentran muerto a un banquero famoso en uno de los cuartos del prostíbulo. Con la noticia cierran el negocio y Márquez no vuelve a saber nada hasta un mes después del incidente. La llamada de Rosa Cabarcas, lo deja helado, pero pronto pregunta por su amada. Esta le cuenta que fue sorprendida con menores, y que tubo que salir del país por le problema y no sabia ya nada de Delgadina. Al insistir por ella la busco y de nuevo se citaron. Dice Márquez: Delgadina en la cama estaba tan radiante y distinta que me costo trabajo reconocerla. […] ¡Puta! –grité” (pág. 89). La desilusión de haberla encontrado tan distinta los hizo pensar en tantas posibilidades que lo llevaron a la soledad de nuevo. Me gusta la frase que le pone a Rosa Cabarcas cuando trata de explicarle: “Siempre he dicho que los celos saben más que la verdad” (pág. 91).
Solo y desilusionado se encuentra con un amorío del pasado, “era Casilda Armenta, un viejo amor de tres por cinco que me había soportado como cliente asiduo desde que era adolescente altiva” (pág. 94). El encuentro lo hace reflexionar y volver a buscar a Delgadina. Casilda le dice con voz apasionada: “no te vayas a morir sin probar la maravilla de tirar con amor” (pág. 96). Con la esperanza de encontrarla Márquez regresa “avergonzado, y la besé palmo a palmo, como penitencia, desde las doce de la noche hasta que cantaron los gallos” (pág. 98).
De esta manera termina la novela: Márquez con el amor al fin de sus días. “Era por fin la vida real, con mi corazón a salvo, y condenado a morir de buen amor en la agonía feliz de cualquier día después de mis cien años” (pág. 109).



 Samuel Hernández Vázquez 
Gabriel García Márquez, Memoria de mis putas tristes, Diana, México, 2004.

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