Economía y religión
Samuel Hernández Vázquez
La economía no se puede desprender de las relaciones sociales de las que surge. Es una ciencia hecha por los seres humanos para su propio beneficio y desarrollo. Es el hombre quien transformas las cosas, quien produce, quien hace. La producción es fruto del esfuerzo y trabajo del hombre. Es el hombre quien produce desde los recursos naturales, desde lo que tiene para convertirlos en cosas para su consumo y necesidad, para hacerse desde las cosas. Las acciones son económicas en la medida que el hombre interactúa con sus bienes en sociedad. En la mediada que busca saciar sus necesidades con otros hombres. Mucho de su hacer se puede llamar económico puesto que, este hacer lo hace con las cosas que tiene a su rededor, por lo cual las personas con las que se relaciona son importantes, puesto que su hacer esta también con las personas que están a su lado. El hombre no es un ser aislado.
El hombre es un ser simbólico y constantemente se crea con estas cosas, recrea su vida y las cosas aunque no estén presente, ya son parte de él de manera simbólica. De esta manera Bourdieu demuestra que “los ‘sistemas simbólicos’ se distinguen, fundamentalmente, según sean producidos y al mismo tiempo apropiados por el conjunto de un grupo o, al contrario, sean producidos por una cuerpo de especialistas y, más precisamente, por un campo de producción y de circulación relativamente autónomo…” (Bourdieu, 2000). Y más adelante nos dice que “el poder simbólico como poder de constituir lo dado por la enunciación, de hacer ver y de hacer creer, de confirmar o de transformar la visión del mundo, por lo tanto el mundo;…” (Bourdieu, 2000). De esta manera el hombre, el hombre en sociedad es el que produce y reproduce el sistema de creencias y son los que tienen este poder simbólico, así como el poder de cambiarlo y de permanecerlo quieto. Tienen el poder de los simbólico y lo administran en un sistema de creencias que se trasmite por medio de la sociedad. Es en el poder simbólico donde radica la importancia de la creencia, donde se arraiga y toma sentido, donde se constituyen las creencias y las prácticas. Así pues, es aquí donde radica la importancia de la vida en sociedad, pues todo hombre es socializado e insertado en un mundo donde las cosas ya funcionan de una manera. Pero por que el mundo funcione así desde antaño no significa que tiene que ser así, el hombre tiene ese poder de crear y recrear este mundo, donde con él hace su vida.
Para este ejercicio quiero poner de relieve una serie de argumentos donde la religión como parte de este mundo compartido, da cuenta de actitudes fundamentales del hombre y que lo definen, sobre todo actitudes que son harto conocidas por todos y que muchas de las veces confirman el sistema social y económico. Una primera idea hace referencia al capitalismo donde es parecido a “un tesoro escondido en el campo. El que lo encuentra, lo esconde y, lleno de alegría, va y vende lo que tiene y compra aquel campo” (Mt. 13, 44-46). Con esta cita quiero demostrar que quien tiene dinero compra aquello que tiene más valor. Y quienes descubren el oro van en busca de él y no descansan hasta que lo tienen. La actitud de fondo es sed que tiene el hombre de riqueza y de no descansar en su vida hasta obtener lo que desea, la insaciabilidad del hombre que no le importan lo medios o lo fines para obtener cuanto en mente tenga en gana.
Esta actitud esta reflejada en el capitalismo, y este a su vez es una acumulación que tiene años, y que ha dejado fuera del juego a muchos, también a otros que muchas de las veces viven en al campo donde está ese tesoro, que muchas de las veces, no es comprado sino robado, donde se despoja a las personas de ese terreno incluso hasta se les mata o desaparece y se borran de la historia[1]. La realidad la hacen aquellos que ya vieron el tesoro en el campo, que lo esconden y no solo se adueñan del tesoro sino que compran todo el campo donde está el tesoro, son dueños. Y como dueños del tesoro quieren ser los unocos en disfrutar de él ¿quiénes son los que quieren comprar tesoros? ¿quiénes son los que despojan para adueñarse del tesoro? En mundos tan desiguales como en el capitalismo actual, muchos son los dueños de ese tesoro que a diario lo despojan de miles de personas que trabajan a su servicio. Vemos en estas palabras del evangelio mucho tino para describirnos la realidad económica en la que vivimos, parece extraño, pero a diario sufrimos el peso de la historia, como condenados a vivir lo que ya se a vivimos miles de años atrás.
Otra historia que se me hace interesante para ver esta misma actitud dentro del marco de las sagradas escrituras es la historia del Rey David, no centrándome en lo extraordinario que pudo hacer sino precisamente en su pecado: En los tiempos del sitio de Rabbah, David no asistió a la batalla quedándose en Jerusalem, despúes de una siesta, caminó por un terrado y observó en una casa vecina una mujer de hermosa apariencia bañándose y David la deseó. Se hizo informar y averiguó que su nombre era Betsabé, hija de Eliam, esposa de Urías, un soldado heteo principal que luchaba en Rabá. Esta condición no hizo desistir a David.
David la hace venir y yace con ella por lo que comete adulterio con Betsabé con la esposa de Urias el Hitita, mientras que su esposo luchaba en la batalla (en el sitio de Rabbah ). El adulterio (para la mujer) era penalizado con la muerte en Israel. Betsabé queda embarazada, entonces David llama a Urias, a fin de que pueda estar con su esposa y ocultar la verdadera identidad del padre del niño. Sin embargo, Urías se niega a permanecer en su casa mientras sus compañeros están en la lucha, por lo que David cambia su estrategia: Lo envía de regreso al sitio de Rabbah pero da instrucciones a Joab (el comandante) para que situé a Urías en la parte frontal y mas dificil de la batalla, a fin de que lo mataran en combate. Betsabé guarda un luto por su esposo mientras un enamorado David espera.
El profeta Natán le hace un reproche le dijo: “Había dos hombres en una misma ciudad, uno rico y el otro pobre. El rico tenía una enorme cantidad de ovejas y de bueyes. El pobre no tenía nada, fuera de una sola oveja pequeña que había comprado. La iba criando, y ella crecía junto a él y a sus hijos: comía de su pan, bebía de su copa y dormía en su regazo. ¡Era para él como una hija! Pero llegó un viajero a la casa del hombre rico, y este no quiso sacrificar un animal de su propio ganado para agasajar al huésped que había recibido. Tomó en cambio la oveja del hombre pobre, y se la preparó al que le había llegado de visita” (2 Samuel, 12, 1-4).
Vemos con más colorido esta actitud en la historia del rey David. Donde los ricos al tenerlo todo no les satisface, infelices con lo que tienen roban hasta la felicidad de otros haciéndose más infelices. No solo se roba el terreno donde se vive, sino también los propios sueños, incluso hasta la felicidad ajena por satisfacer el deseo que no se podrá saciar jamás. Y creo que este es el punto de la economía actual y creo que para esto trabaja, solo para seguir satisfaciendo el falaz e insaciable deseo de los ricos. Hasta el sistema simbólico esta en su poder de doblegar con el hambre a miles de personas, de quitarles la única oveja de su felicidad.
Las cosas no tienen por qué ser así, si las cosas son construcciones nuestras, podemos cambiarlas para que este mundo sea más vivible y donde las posibilidades de felicidad sean para todos. Tanto el evangelio como la historia del Rey David dan cuenta de nuestra naturaleza y de nuestro lado más oscuro. Pero creo que también dan cuenta de lo oscuro que puede ser la realidad en manos pocos que viven robando legítimamente. Somos hombres con una condición extraordinaria, no solo oscura, sino de bien y de felicidad. Somos hombres cargando con nuestro propio yugo.
Bibliografía:
El libro del pueblo de Dios, La biblia, [On Line] visto 14 de diciembre de 2010, disponible en: http://www.vatican.va/archive/ESL0506/_INDEX.HTM
Bourdieu, P. (2000). Sobre el poder simbólico. En p. y. Intelectuales. Buenos Aires: UBA/Eudeba.
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